Crónica del Gaztelueta Infantil A contra Urdaneta

AL FILO DE LA ÉPICA... Y TORTAZO
Gaztelueta se plantó en Urdaneta con el objetivo de salvar una misión imposible. No sólo jugaba en el único campo en el que nadie ha ganado, sino que lo hacía muy mermado por las bajas de Pablo y Álvaro, dos pilares en el dibujo táctico del equipo, y la de Javier, segundo portero. En definitiva: once exactos.
Tras toda una semana de charlas tácticas y entrenamientos, todo un proceso de motivación para convertir a los escogidos en once gladiadores –reforzado por el enchufe de moral de los leones en San Mamés-, así llegaron los once una hora antes del encuentro en Urdaneta.
La misión era sencilla: administrar fuerzas, sin ceder en nada, para poder pegarse en la segunda con alguna opción. Por eso salió Gaztelueta con una línea de cuatro atrás, doble pivote, tricornio y punta. Urdaneta llevaba el peso del partido. Gaztelueta se defendía con uñas y dientes, como gato panza arriba, intentando estrechar un campo bastante ancho. Media presión y al fuera de juego.
Urdaneta se adelantó a los diez minutos. El fuera de juego estaba dando resultado, tanto que el árbitro optó por romper la frustración de los locales dando validez a una jugada totalmente fuera de juego, que supuso el segundo de los locales. Tremenda injusticia, aspavientos, gritos y al vestuario.
Cambio en la pizarra: del 4-2-3-1 al 3-2-3-2 tan habitual en los amarillos. Treinta minutos para decidir su destino. Mayor posesión, más presencia arriba, carreras por las bandas... y los visitantes anotan el primero a los cinco minutos. Era la primera aproximación con peligro al área. Celebran el gol rabiosos, destaponando los oídos de los improperios recibidos de la grada.
Cinco después cayó el segundo. Empate y éxtasis.
El sobreesfuerzo físisco y las ganas de Gaztelueta de adelantarse cuanto antes producen un desajuste, y cae el tercero de Urdaneta. Un golpe duro pero no letal.
Los once amarillos parecen soldados entregando la vida bajo la cortina de lluvia de Urdaneta. Silencio en la grada.
El tremendo esfuerzo recibe su premio en forma de gol. El tercero, y empate. 7 minutos por delante.
El intercambio de golpes de la segunda parte puede decantarse a favor de cualquiera. El empate sólo le sirve a Urdaneta. Gaztelueta echa el resto y sigue empujando. “Es como echar una moneda al aire” –que dijo Guardiola a la salida del Calderón-. Y los amarillos bien pudieron ganar porque tuvieron dos: Un arranque de Aguinaco –a trompicones y golpes, rebote tras rebote y sin oxígeno- muere en el área con un tiro flojo, y una posterior falta lateral la cabecea Guillermo a la red. Pero por fuera.
Y en el último suspiro del partido, saliendo de nuestra última ocasión, Urdaneta anota el cuarto. Rabia, desesperación, impotencia... varios jugadores tirados en el suelo buscan aire para terminar de pie una guerra de la que van a salir derrotados.
Y la sensación de que perder así... no es perder, por mucho que lo diga el electrónico.

No hay comentarios: