Goles amarillos
El partido del sábado en Gaztelueta duró sólo veinte minutos, ya que al final de los mismos el luminoso sentenciaba a los visitantes con un seis a cero, con un juego fluido, ordenado y con toques y goles de grandísima calidad. Como la contienda se prestaba a ensayar cosas nuevas empezó el carrusel de cambios, hasta siete seguidos. Como es natural el equipo se desajustó un poco y el juego se convirtió en un “al abordaje” permanente hacia la meta contraria, aspecto que no gustó para nada al entrenador local.
El juego era un monólogo y el balón iba abocado hacia la meta contraria una y otra vez. Pese a la superioridad en el marcador el entrenador pedía calma, concentración en defensa, toque, apertura hacia los extremos. Muy difícil cuando el partido está tan desequilibrado, cuando uno ve cerca la posibilidad de meter su primer gran gol de la temporada delante de los suyos y, como decía Shakespeare, cuando “no hay nada tan común como el deseo de ser elogiado”.
El partido del sábado en Gaztelueta duró sólo veinte minutos, ya que al final de los mismos el luminoso sentenciaba a los visitantes con un seis a cero, con un juego fluido, ordenado y con toques y goles de grandísima calidad. Como la contienda se prestaba a ensayar cosas nuevas empezó el carrusel de cambios, hasta siete seguidos. Como es natural el equipo se desajustó un poco y el juego se convirtió en un “al abordaje” permanente hacia la meta contraria, aspecto que no gustó para nada al entrenador local.
El juego era un monólogo y el balón iba abocado hacia la meta contraria una y otra vez. Pese a la superioridad en el marcador el entrenador pedía calma, concentración en defensa, toque, apertura hacia los extremos. Muy difícil cuando el partido está tan desequilibrado, cuando uno ve cerca la posibilidad de meter su primer gran gol de la temporada delante de los suyos y, como decía Shakespeare, cuando “no hay nada tan común como el deseo de ser elogiado”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario